Padre Gaetano Liuzzo

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Nuestro fundador histórico, padre Gaetano Liuzzo, Oblato de María Inmaculada, se durmió en el Señor, después de haber celebrado la misa, el 14 de noviembre del 2003. Tenía 92 años.

El adjetivo “histórico” está ahí porque él mismo quería ser considerado solo un “canal” del carisma de S. Eugenio de Ma­zenod, fundador de su Congregación y del que fue hijo ejemplar.

Era un siciliano “doc.”, con las características típicas de esa tierra. Su carácter fuerte, determinado e impulsivo, se fue plasmando y endulzando, ayudado por su profunda devoción mariana y por el hecho de acompañarnos, nosotras, sus hijas. Sus amores: Cristo Salvador, María Inmaculada, la Congregación, el Instituto. Oblato genuino, resaltaba en él, – con un crescendo – el optimismo, la obediencia, la pasión por la misión y por la Iglesia, el espíritu de oración.

Apenas ordenado sacerdote oblato, recibió de parte de “Propaganda Fide”, el encargo de visitar los seminarios italianos para infundir en estos el fuego de la misión. Lo cumplió con una tal carga de entusiasmo que muchas fueron las adhesiones y él mismo – con un cierto sentido del humor – se definía “pescador y vendedor de pescado …”.

Más tarde, además de la dirección de la revista italiana OMI, se le encargó el cuidado de la Asociación de laicos (AMMI) que fermentaban en torno a las comunidades de los Oblatos. Cultivó tan bien este otro campo que, entre las asociadas, surgieron los primeros miembros de nuestro Instituto. El padre estaba convencido de querer darle vida a un Instituto secular, aunque se presentaban miles dificultades y eran los inicios de los años cincuenta, cuando esta realidad todavía no estaba bien definida.

Deseaba sobre todo que nuestra secularidad consagrada fuese vivida “al mismo grado”, o sea impregnada de espíritu misionero para partir “ad gentes” o bien ser animadoras en patria, porque, aún antes de que el Concilio lo reiterara, decía que la apostolicidad misionera es el poder-ser y el deber-ser de cada bautizado.

En su testamento espiritual, el padre nos dejó la consigna precisa de vivir: “El amor”, amor cristocéntrico, trinitario, misionero e universal … reencarnado, el amor de la Madre, como verdaderas, nuevas Marías de Nazaret, ardientes y generosas, como y con Ella”.

Biografía del P. Gaetano Liuzzo

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